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En el vasto y prestigioso universo de la Ribera del Duero, hay nombres que resuenan con la fuerza de la tradición y el eco de la innovación. Uno de esos nombres, escrito con letras de oro en la historia de la región, es Carmelo Rodero. Hablar de esta bodega no es solo hablar de vino; es narrar la historia de una familia arraigada a la tierra, de un viticultor visionario y de una pasión que se puede descorchar en cada botella.
La historia de Carmelo Rodero es la de un hombre hecho a sí mismo, la cuarta generación de una familia de viticultores de Pedrosa de Duero, Burgos. Durante años, sus viñedos, cuidados con un esmero casi paternal, proveyeron de uvas de una calidad excepcional a bodegas tan emblemáticas como la mismísima Vega Sicilia. Este hecho, por sí solo, ya nos da una pista del tesoro que Carmelo tenía entre manos. Pero su sueño iba más allá: anhelaba crear sus propios vinos, embotellar la esencia de su terruño y firmar cada botella con el orgullo de su apellido.
En 1991, ese sueño se materializó. Carmelo Rodero fundó su propia bodega con una filosofía inquebrantable: el control absoluto de la calidad desde la cepa hasta la copa. Para ello, se apoya en dos pilares fundamentales: un viñedo propio excepcional y una tecnología pionera. La bodega es un prodigio de la ingeniería enológica, famosa por su sistema de vinificación por gravedad, un método que Carmelo diseñó y patentó. Este sistema elimina el uso de bombas para el trasiego de la uva y el mosto, tratándolos con una delicadeza extrema. El resultado es una extracción más suave de taninos y aromas, dando lugar a vinos más redondos, elegantes y respetuosos con la fruta.
Los vinos de Carmelo Rodero son un fiel reflejo de este meticuloso proceso. Desde su aclamado Carmelo Rodero Crianza, una perfecta puerta de entrada a la casa que combina potencia y finura, hasta su icónico Reserva, un vino profundo, complejo y con una enorme capacidad de guarda. Para quienes buscan la máxima expresión del terruño, joyas como Pago de Valtarreña demuestran la magia de un viñedo único, ofreciendo una experiencia inolvidable. Incluso se atreven con ensamblajes modernos como el TSM (Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot), demostrando que la tradición no está reñida con una mirada al futuro.
Hoy, el legado de Carmelo Rodero está en las mejores manos: las de sus hijas, Beatriz y María. Ellas, que han crecido entre viñedos y barricas, han tomado el relevo en la gestión y dirección enológica de la bodega. Esta nueva generación asegura la continuidad de un proyecto familiar que valora, por encima de todo, el trabajo bien hecho. Beatriz y María aportan una visión fresca y renovada, pero mantienen intacta la filosofía de excelencia y respeto por el origen que su padre les inculcó, garantizando que el alma de Carmelo Rodero siga latiendo con fuerza en cada nueva añada.
Visitar o descorchar una botella de Carmelo Rodero es conectar con el legado de un pionero, con el corazón de la Ribera del Duero y con la certeza de que los grandes vinos nacen, ante todo, de un gran viñedo y un viticultor excepcional. En Ideavinos, te invitamos a descubrir o redescubrir esta bodega imprescindible, donde cada sorbo cuenta la historia de una vida dedicada al vino.
¡Salud!
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CÓDIGO DESCUENTO > RODERO-7
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